Sabemos que la renovación del aire interior es la mejor garantía para lograr un ambiente interior saludable, pero la ventilación interior y ahorro energético son planteamientos contrapuestos, aunque se pueden reconciliar de forma efectiva.
Una estrategia interesante es captar el aire desde un espacio subterráneo, a temperatura constante, o incluso utilizar almacenamiento estratificado de calor en grava, para impulsar el aire con un desfase de 12 horas respecto a la temperatura exterior. El verdadero nombre técnico de este sistema es un Intercambiador Aire Geotérmico (IAG).
Un sistema, heredado de los romanos (Hipocausto), para precalentar el aire interior de su casa en invierno y para refrescar el aire del interior de su casa en verano.
Con el IAG se trata de hacer circular el aire, a baja velocidad, por una tubería enterrada en el suelo a una profundidad de entre 1,5 m y 2,0 m. Al igual que en una caverna o una cueva, la temperatura del suelo a esta profundidad varía entre 11 grados y 17 grados entre el invierno y el verano.
En el verano el aire se enfría por medio de su difusión en el suelo, y se distribuye en la casa a través de un ventilador y conductos de distribución, así ya no es necesario el uso de un sistema de aire acondicionado. En el invierno, ocurre el efecto opuesto, el aire caliente del suelo se traslada a la vivienda.
Este sistema eficaz puede generar un ahorro de calefacción aproximadamente el 15% para las regiones frías. Una buena instalacion de ventilación para climas fríos es la basada fundamentalmente en un recuperador de aire caliente, que intercambia el calor del aire expulsado para calentar despues el aire introducido
Higiene y antimicrobianos
El aire fresco aspirado se purifica primero por un filtro. La tubería de capa antimicrobiana interior evita el crecimiento microbiano en su interior. Esto significa que el aire fresco permanece siempre higiénica y prácticamente libre de gérmenes. Con la ventilación controlada en el edificio también se previene el crecimiento de moho y humedad.